Lo que dejó el Carnavalincoln 2023

Tras tres años sin la fiesta máxima, las calles volvieron a llenarse de espuma y color. Las ganas de la gente fueron el motor principal, aunque la organización dejó mucho en que trabajar. Repasamos lo bueno y lo malo para que la edición del 2024 sea superadora.

Interés General 22/02/2023 Administración Claridad Administración Claridad
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Terminó una nueva edición del Carnavalincoln, después de 3 años de ausencia -por pandemia y por decisiones políticas-. Una vez más el pueblo retomó las calles para ponerle alegría y hacer de la Avenida Massey el escenario ideal para que se despliegue la magia.

Los gigantes de cartapesta llenaron de brillo los ojos de los visitantes y las comparsas levantaron a cada espectador a su paso, sin embargo también hubo descontentos con la organización.

En esa hermosa dicotomía se planteó el reencuentro más esperado. Acá repasamos los pros y las contras de esta edición 2023:

Los pros

Las ganas de la gente. A pesar de los precios y lo tedioso que resultaba reservar mesas y tribunas, la gente acompañó como pudo la mayoría de las noches, le puso alegría y mostró que el Carnaval está en el ADN de los linqueños y linqueñas.

El trabajo de las Instituciones. La buena atención y el trabajo de las Instituciones que manejaron las cantinas en el recorrido, a pesar de que el porcentaje que se los otorgó era bastante insignificante teniendo en cuenta que durante dos ediciones no se llevó a cabo el festejo y perdieron la oportunidad de recaudar.

El espacio para artistas emergentes. Después de mucho tiempo de olvido con los músicos linqueños, por fin se abrió un espacio para que puedan exponer su arte. Aplausos, así debería ser siempre.

El trabajo de los artesanos. Valga el reconocimiento de los carrocero pese al poco tiempo que tuvieron para elaborar sus motivos.

La vuelta de la fiesta máxima. El Carnaval es del pueblo y el reencuentro siempre es feliz. 

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Las contras

La reserva de mesas y tribunas. Caótico el sistema. Hubo casos en los que reservaron mesas y no recibieron los comprobantes, las mesas se entregaban por orden de llegada por lo que daba lo mismo sacarlas 15 días ó 15 minutos antes, muchos turistas que llegaban sobre la hora y que desconocían el modo de reserva -por falta de difusión- tuvieron que mirar el Carnaval parados. 

Los precios. Si bien es algo que no se puede controlar demasiado, los precios que se establecieron desde la Asociación del Carnaval eran bastantes altos, para colmo en el vecino distrito de Pinto, demostró que se puede realizar una fiesta con precios populares.

El sonido. Lo peor del Carnaval. El sonido que le costó al Municipio 35 millones de pesos, fue deplorable y en muchos casos terminó arruinando el show por su poca definición. Basta con recorrer los comentarios en redes sociales para ver la desconformidad del público con el audio.

La inseguridad. Como siempre sucede en esta época, los carteristas están a la orden del día por todos lados, lo que fue un agravante en esta ocasión fueron las pedradas a vidrieras y las golpizas en patota que se sucedieron por distintos lugares dentro y fuera del recorrido.

El desfile. Aunque eran apenas 100 motivos, eran reiterados los baches durante el desfile, inclusive el domingo 12 se aceleró el paso de los motivos de cartapesta por una supuesta amenaza de lluvia -que nunca sucedió- y el desorden fue imperante. 

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Con cosas por celebrar y otras por las que trabajar, esta edición marcó un primer escalón. Ahora, dependerá de los realizadores de la próxima edición el aprender de esto ó de seguir cometiendo los mismos errores.