Julio César, de sindicalista de Ford secuestrado a brillar en Titanes en el ring

Cuando era delegado en la fábrica automotriz, Adolfo Sánchez fue chupado por un grupo de tareas. Luego, en libertad, se hizo luchador y brilló en Titanes en el ring.

Interés General 06/10/2021 Fuente Página 12
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Esta semana la Cámara de Casación de la Nación confirmó una condena histórica en materia de derechos humanos. Los exdirectivos de la planta Ford en General Pacheco, Pedro Müller y Héctor Francisco Jesús Sibillia, cumplirán penas de 10 y 12 años de prisión por haber colaborado directamente en el secuestro y la tortura de 24 trabajadores de la empresa automotriz durante la última dictadura cívico militar.

Uno de esos trabajadores era Adolfo Sánchez, más conocido para una generación como Julio César, uno de los míticos luchadores de Titanes en el Ring. Antes de encandilar a los niños de los 80 con su imponente cuerpo de físicoculturista y atuendos romanos, Sánchez fue delegado gremial de Ford desde 1971 hasta 1976.

“Desde joven me gustó la actividad sindical, y defender con todo a los obreros”, comentó el exluchador. Es que desde los 17 años trabajó en fábricas en su barrio, Tigre, donde conoció y se familiarizó con la vida gremial. “Antes de los 18 fui subdelegado de una fábrica llamada Lombardini Ciasa, en la que hacía tornería”, señaló. En 1971 entró a trabajar a la planta de Ford en General Pacheco.

El secuestro

Sánchez se sigue enorgulleciendo de haber sido elegido como delegado por "casi todos" sus compañeros. "Siempre nos juntábamos con los patrones. Nos conocíamos ya, pero había un marco respetuoso. No nos habían amenazado nunca, por lo general nos respetaban los reclamos y si no, medida de fuerza”, rememoró.

Ese clima interno de la fábrica que describe Sánchez cambió completamente a partir del 24 de marzo de 1976. La dictadura apuntó directo a los trabajadores agremiados, con un plan sistemático de secuestros y torturas que se describió en el reciente juicio a los directivos de la Ford, y que Adolfo vivió en primera persona.

“El 28 de marzo (de 1976) pararon dos autos en la puerta de mi casa. Yo jugaba con mis hijos en la pieza y justo abrí la ventana para ver qué pasaba. Mi suegro les abrió porque vio que tenían una cédula azul, que era de Ford, y cuando entraron le pegaron un culatazo y lo dejaron tirado en el piso. A mí me arrastraron en ropa interior hasta uno de los autos, donde me ataron y me encapucharon”, relató.

Sánchez no fue el único secuestrado, también se llevaron a Pastor José Murua, Carlos Chitarrone y Juan Carlos Amoroso, otros delegados de Ford. Ellos habían sido previamente torturados por los militares en uno de los famosos quinchos de la planta de Pacheco.

Sánchez estuvo estuvo detenido primero en Maschwitz, Escobar, donde fue torturado por policías a cargo del entonces jefe de la bonaerense Ramón Camps. De ahí fue llevado a La Plata, donde permaneció hasta febrero de 1977. Recién entonces sus familiares supieron que estaba vivo.

De Adolfo a Julio Cesar

“Cuando me dejaron en libertad se me complicaba conseguir trabajo. Estuve laburando dos años como peón con mi suegro, que era albañil, hasta que pude encontrar otro empleo en una fábrica”, contó Adolfo. Mientras iba de changa en changa, pasaba sus ratos libres en el gimnasio, donde entrenaba para convertirse en físicoculturista.

Fue en ese gimnasio que en 1980 se cruzó con Miguel Ángel Pedernera, mejor conocido como El Caballero Rojo de Titanes en el Ring. Quedó sorprendido por el físico de Sánchez y le ofreció un trabajo como luchador. “Entré a laburar al Canal 2 de La Plata con Los Auténticos Titanes (una troupe de ex Titanes en el Ring), y yo era el Sansón Argentino”, recuerda.

En el circuito luchístico de La Plata, Adolfo (rebautizado como Sansón) se abrió camino a base de puñetazos, llaves, torsiones de articulaciones y otros clásicos movimientos en los que demostraba gran ductilidad. Su popularidad creció rápidamente hasta que su nombre llegó a los oídos de Martín Karadagian, el gran innovador de la lucha libre argentina y dueño de la marca Titanes en el Ring.

Karadagian siempre apostó por las figuras históricas y caricaturescas. Era una forma de llamar la atención de los niños, a quienes veía como el público fanático por antonomasia. Errado no estaba, porque su modelo de negocios incluso fue replicado por WWE, la máxima empresa luchística a nivel mundial, y Lucha Libre AAA, una de las grandes compañías mexicanas.

Como promotor, Adolfo buscó fortalecer el talento de jóvenes que crecieron admirándolo, tarea que demandaba mucho trabajo porque en esa época la lucha libre local ya no era tan popular como en los tiempos de Karadagian. Las aventuras de Sánchez como promotor siguieron hasta 2010, y tuvieron un giro artístico cuando trabajó con Diego Capusotto y Fabio Alberti en la obra Qué noche Bariloche, donde interpretaba a un romano en varios sketches cómicos.